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¿Las heridas del pasado se curan con el tiempo o hay que actuar para sanarlas? Esta es la pregunta que tenía en mente la artista Katarzyna Rogowicz (Polonia, 1971) y que intentó resolver durante el confinamiento por la pandemia de Covid-19, creando obras que reflejaran sentimientos, problemas, miedos y monstruos de la infancia. El resultado compone la exposición ‘Antípoda’, comisariada por Miriam Huéscar, que se puede visitar en la Sala Caballerizas de los Molinos del Río en Murcia (los días 12 y 15 de diciembre, visitas guiadas, de 19 a 20 horas).
La muestra, compuesta por 17 obras, es el resultado del trabajo realizado en varios rincones del país: «En Almería, en montañas de la Sierra de Gredos, en Lanzarote, en Madrid, en Murcia y en varias playas», señala la artista polaca vinculada a la Región de Murcia, ya que para crear no necesita estar encerrada en un estudio.
Se nutre de la naturaleza tanto de forma espiritual como material; los componentes de sus obras están extraídos del bosque («un trozo de un tronco de árbol»), «piezas oxidadas» de desguaces, «piedras y cristales rotos» de la playa… También ha recogido objetos de la basura y otros los ha comprado de segunda mano en los puestos del Rastro de Madrid. «Me gusta darle una segunda vida a todo y viajar con la imaginación con ellos».
La pérdida de libertad de movimientos durante el confinamiento fue un sufrimiento para Katarzyna Rogowicz y pensó que podría ayudarla recordar la parte de la infancia que es bonita. «Pero, curiosamente, encontré muchos monstruos –indica– y recuerdos feos, nada bonitos». Despertó heridas que tenía silenciadas por el ajetreo de la vida. «Me he dado cuenta de que no he sanado». Se refiere concretamente a la violencia familiar que han experimentado ella y su madre por parte de su padre.
La quinta pieza de la exposición está titulada ‘Álbum familiar: Yo con mi papá’. Es un díptico de dos obras: ‘M de Matar al padre’, dibujado en A3, y ‘H de Herida’, dibujado en A4, los dos enmarcados con cristal y marco de papel.
«Antípoda es mi isla bonita, mi isla soñada, viaje hacia lo recóndito de mi vida y anhelo hacia la felicidad», resume la creadora, que ha introducido esculturas que expresan sus ideas. Está convencida del poder de sanación que tiene el arte y de la liberación que ha supuesto para ella realizar estas obras y deshacerse de sus miedos. «Hay que darle nombres a lo que ha pasado, dar gracias y dejar ir».
Una de las victorias conseguidas con este trabajo es la asistencia de su hermano a la inaguración, además de reunir a personas que ha conocido en los últimos 30 años que lleva en España.
La artista está diseñando su nuevo estudio en Murcia, donde prevé organizar exposiciones e impartir talleres de pintura.
Entrevista Yousra Takaroumt
Fotografía José Filemón